Viejas Costumbres

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Cada vez más mayores de 60 vuelven a las aulas

Crece la demanda de cursos y talleres para adultos mayores. Buscan mantenerse activos física e intelectualmente y socializar. La mayoría son mujeres y se suman más personas de 80 y 90 años.

A sus 93 años, Norma Perazzolo tiene una vitalidad asombrosa. Es alumna de los talleres de cine y de filosofía en “aulauniversitaria, cosa de grandes” de la Universidad Blas Pascal (UBP), un programa para mayores de 50 años que desde 2006 impulsan de manera conjunta la asociación civil Promover y la Secretaría de Extensión Universitaria. “Lo que busco y he buscado toda mi vida es aprender, siempre he estado dispuesta y curiosa con todo lo que es la cultura (…) Yo he elegido algo que me da mucho placer: el cine, el séptimo arte, porque nosotros, los seres humanos, somos los únicos que tenemos el privilegio de la emoción estética y eso lo encuentro en el aula”, dice Norma.

“Con la cultura uno siente que vive y no que sobrevive a nuestra edad. Yo tengo 93 años y todavía siento esa necesidad de buscar, saber un poco más, entender tantas cosas”, agrega, y piensa que estos espacios contribuyen a tener un proyecto de vida. “Es lo que los japoneses llaman ikigai: si no tenemos ese proyecto, la vida se acorta, diría que somos muertos anticipados. Nosotros tenemos que vivir cada vez con más deseo, felicidad, con más placer la vida que tenemos que en mi caso es, casi diría yo, horas extras”, remarca

En los últimos años, los espacios de aprendizaje para los adultos mayores se han multiplicado en universidades públicas y privadas de Córdoba y en instituciones como el Centro de Promoción del Adulto Mayor (Cepram), ante la creciente demanda de mayores de 60 años (incluso de más de 80 y 90) que desean aprender por placer, mantenerse activos intelectualmente y en contacto con otros.

Nilda Perovic, coordinadora del Programa de Adultos Mayores (PMA) que ejecuta la Secretaría de Extensión (SEU) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) desde 2016, apunta que esa búsqueda se asocia a satisfacer la adaptación psicosocial; es decir los deseos, necesidades y recursos para enfrentar cambios y demandas que impone la sociedad.

“En muchos casos encuentran la posibilidad de tener nuevos planes y proyectos, nuevos desafíos para emprender en la vejez. Además de cómo integrarse, mejorar las relaciones sociales, familiares, afectivas, crear nuevos vínculos, incluso para sostener sus redes de apoyo emocional y social”, plantea Perovic.

Los talleres, en general, permiten profundizar las razones de vivir, facilitan la integración social y el valor que las personas se atribuyen a sí mismas. “El enriquecimiento de los recursos personales, de aprendizaje, de intervención social producidos por la educación permanente, así como la revalorización de los que ya poseía le proporcionan una mayor confianza en sí mismos y les confiere una seguridad que les permite tomar nuevas iniciativas, y fortalecer así la construcción de ciudadanía en defensa de sus derechos”, opina Perovic. Y agrega: “Un factor primordial es el apoyo social que encuentran las personas mayores en estos espacios, y que actúa como un factor protector del declive del funcionamiento cognitivo. Por otro lado, una mayor integración y vínculos sociales ejercen beneficios en el bienestar y la cognición, modulando la depresión y el estrés, y los niveles de soledad percibidos”.

Por su parte, Estela Villa, coordinadora del programa Comenzar de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), que este año cumple 15 años, sostiene que esas instancias de aprendizaje y de vinculación deben estar mediadas por el respeto, la calidez, la escucha atenta y la comunicación clara y precisa en la propuesta.

Fernanda Laveaga y Graciela Schmid, coordinadoras de “aulauniversitaria” de la UBP, plantean también que en estos espacios la gente encuentra atención personalizada donde se siente mirada, visibilizada y acompañada para comprenderse y comprender lo que vive y hacia donde va y para entender esa nueva fase de su desarrollo que –remarcan– “lejos de ser un preámbulo de la muerte puede convertirse en el período más feliz de su vida”.

MÁS LONGEVOS

El aumento de la longevidad y de mayor expectativa de vida tiene varias explicaciones vinculadas a los modos de vida, los avances en los tratamientos médicos y a la importancia que comienza a darle la gente al cuidado de su salud, entre otras cosas. Argentina experimenta un fenómeno de envejecimiento demográfico, con un crecimiento del porcentaje de personas mayores y una caída de la población joven junto con el desplome de la tasa de natalidad, lo que va modificando la estructura social. En 2020 la esperanza de vida en el país alcanzó los 76 años (en las mujeres: 80 y en los varones, 73).

“Es necesario mantener una vida saludable, esto implica una buena alimentación, estar física y mentalmente activos, sobre todo en la edad adulta, dado que existe un proceso biológico de envejecimiento celular que no podemos desconocer. Sabemos que la esperanza de vida se eleva de manera gradual cada año, y que si bien la ciencia ha logrado grandes progresos, este aumento en la edad trae aparejado un deterioro cognitivo asociado a enfermedades neurodegenerativas que es necesario prevenir”, dice Nilda Perovic.

Eso es precisamente lo que busca María Elena Arisi, de 79 años, docente jubilada, que canta, pinta, toca el piano y habla cinco idiomas. “Quiero llegar a grande, porque pienso llegar a los 100 (aclara y se ríe), y ser de esas personas que hablan y entretienen a la gente, quiero mantenerme activa. Me gusta venir a los cursos para que las neuronas se muevan”, dice. Ahora asiste al taller de verano de estimulación cognitiva en la UCC.

El Programa Comenzar se abrió en 2008 con una oferta acotada y hoy convoca a unos 900 estudiantes cada año en 36 temáticas distribuidas en diferentes niveles. Villa explica que son espacios de intercambio, disfrute y reflexión para el crecimiento personal y grupal. “Es una apuesta al envejecimiento activo”, sostiene.

Se ofrece gimnasia, zumba, folklore, Tai Chi, Qi gong, espaldas sanas, yoga, meditación, ajedrez, historia, grandes escritores, filosofía, idiomas, bordado, fotografía y psicología, entre otros. Desde el año pasado, se observa una gran demanda en tecnología: cursos de trámites online, seguridad digital o redes sociales. “Tenemos muchos participantes nuevos. Se notan más consultas por la difusión, el boca a boca y por las recomendaciones de médicos y psicólogos”, apunta Villa.

ESTIMULACIÓN CEREBRAL

“Desde 2006 el número de estudiantes se ha incrementado y el promedio en estos últimos años es de 300 alumnos, en su mayoría mujeres, desde 50 años a más de 90, provenientes de sectores medios y altos de la zona, en buenas condiciones de salud física y mental que se posicionan en actitud de aprendizaje continuo, de búsqueda de nuevos lugares de crecimiento y consolidación de su propia identidad”, explican Laveaga y Schmid, de “aulauniversitaria”, que ofrece más de 20 talleres.

“El cerebro humano conserva un alto grado de plasticidad en la vejez y la motivación para el aprendizaje placentero, sin presiones, conduce a un procesamiento más eficiente, con menos compromiso neuronal para realizar la misma tarea. En las personas grandes la interacción de los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro se vuelve armoniosa, lo que amplía nuestras posibilidades creativas”, subrayan las coordinadoras.

Perovic, doctora en Ciencias de la Salud, explica que científicamente está comprobado que la estimulación cerebral continuada favorece el desarrollo de nuevas interconexiones neuronales. “Ejercitar nuestra función cognitiva es una de las maneras de mantener una mente sana, además favorece otras habilidades físicas, promoviendo así una mayor autonomía”, sostiene. Y agrega que existen numerosos recursos para estimularla como los juegos en los que se puedan recordar nombres o números, conocer nuevos lugares, cantar, escuchar música, bailar, leer, estudiar idiomas, desarrollar nuevas ideas, usar indistintamente las manos, ejercitar el equilibrio, pintar, hacer nuevas relaciones y actividad física o usar dispositivos electrónicos.

El Programa Adultos Mayores (PMA) funciona desde hace siete años, aunque se habían realizado experiencias previas, como el Programa Universitario para Adultos Mayores (Puam) de la Facultad de Ciencias Médicas, que funciona desde hace más de 20 años.

El PMA, explica Perovic, constituye “una cuestión emergente, potencial y alternativa en la agenda pública como una definición política de la universidad desde su misión social para aportar a procesos transformadores de las condiciones de vida de las personas mayores y responde a la noción de la educación como un derecho y un bien social”.

El objetivo es contribuir al fortalecimiento del acceso a los derechos humanos de las personas mayores mediante la educación permanente, la cultura y el arte y mejorar su calidad de vida a través de su inclusión, integración y participación social.

Ya han asistido más de 10 mil personas a este espacio durante todos estos años. La mayoría son mayores de 60 y el 90 por ciento, mujeres con características heterogéneas. Se han concretado más de 400 actividades sin arancel, en Córdoba capital y en el interior.

En marzo se inician las inscripciones a los 80 talleres de este año.

“ES UNA MOTIVACIÓN PARA SALIR DE MI RUTINA”

Elida Trossero (64) asiste al taller de cine de la UBP hace 14 años. “Para mí ha sido un espacio de encuentro, de placer y de goce estético, de gran crecimiento personal. Me encanta ir al campus y encontrarme después del taller con mis compañeros en ese espacio verde, aireado. Es una motivación para salir de mi rutina. También he tenido la oportunidad de experimentar italiano online y presencial y otro grupo se abrió en mi vida”, cuenta Élida, que desde hace dos años también conduce un taller de escritura y literatura.

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